miércoles, 27 de enero de 2010

Despedida

La última clase, las últimas presentaciones...
Siguiendo la línea de las exposiciones anteriores, hoy se ha hablado de la Web 2.0, de los incunables, de la ética del usuario, la biblioteca de Camanas, sobre los nuevos móviles que se van a lanzar en el mercado, web alternativas, bibliotecas de mujeres, infantiles y autogestionables etc etc.
¿Qué decir de todo esto? Que me ha sorprendido muchísimo y muy gratamente el interés y los contenidos que se han ido desarrollando no sólo en la asignatura en cuanto a enseñanza reglada, sino también por parte de l@s compañer@s. Gente como Antonia, Carmen  y Loli a las que tanto, tantísimo esfuerzo les ha costado introducirse en la "nube", otras como Irene, y Rocío, que parecen haberse siempre movido con soltura y ellas, otras como Marina, siempre tan discreta, con ese maravilloso blog y esos contenidos tan trabajados, o como Ana, calladita, tímida, pero trabajadora incansable y brillante. Ángela y Araceli, siempre sonriendo y trabajando día a día, o como Irene2 y "Rocíos 2 y 3", que me dejaron algo alucinada con sus brillantes presentaciones, o como Rafa, con quien he tenido la oportunidad de compartir algunas asignaturas este año y que me ha enseñado webs a las que, sin su ayuda, jamás me habría aproximado.
Ha sido, sin duda, un curso casi tan sorprendente como provechoso, en el que muchos de nosotros, por no decir todos, hemos hecho un acercamiento definitivo al mundo de los recursos Web que, si bien ha sido arduo, no podemos decir que no haya sido, como mínimo, infinitamente fructífero.
¡¡¡Muchas gracias a tod@s por este año!!

sábado, 23 de enero de 2010

Despidiendo el curso

Como colofón al curso, hemos realizado en clase una serie de exposiciones sobre los trabajos que hemos venido desarrollando en clase durante el cuatrimestre.
A algunos compañeros les ha parecido una asignatura complicada, especialmente para aquellos de nosotros que tenemos más edad y estamos menos familiarizados con la red y la sociedad digital en general. En todos casos coincidimos en que el trabajo ha sido intensísimo y en que nos ha sorprendido la informatización presente en el mundo de la biblioteconomía. Se ha criticado la falta de privacidad de las redes sociales, a las que los de más edad somos más reacios. Aunque, en general, las personas que habían "levantado un muro" para no alfabetizarse digitialmente finalmente han derribado prejuicios.
Se han resaltado especialmente lo aprendido con respecto a las competencias informacionales y el acceso y uso a la información, cosa que nos ha venido bien a todos a pesar de ser una asignatura de cuarto. En ese punto, todos coincidimos en que la asignatura debería contamplarse en cursos mucho más tempranos.
Los tipos de exposiciones han sido diversas: desde una descripción de los trabajos realizados a las lecciones aprendidas con la asignatura.
Se discutido sobre los término "retroalimentación" y de "infoxicación", hemos tenido un acercamiento a bibliotecas legendarias, se ha hablado sobre el book crossing...
Si tuviera que valorar alguna de las exposiciones que hasta ahora hemos tenido, destacaría la de Ana porque, sin duda, sus trabajos, son los que me han parecido más interesantes. Claro que el trabajo de Irene ha sido, sencillamente, espectacular. Sin despreciar el trabajo de los demás compañeros y el mío propio, el caso es que hay que reconocer que estas dos personas han sido las que contenidos más originales y mejor presentados han conseguido por ahora. ¡Felicidades a las dos!

viernes, 15 de enero de 2010

Telemedicina

En Medicina, siempre se ha considerado imprescindible el contacto con el paciente. Conocido es el déficit de profesionales sanitarios que tenemos en nuestro país, que se extrapola al mundo en general. No sólo hay falta de médicos, también de enfermeros cualificados en ciertas áreas como las emergencias y urgencias. Y es que pagar a un médico o a un enfermero urgencistas es caro, bastante caro, pero encontrarlo es muy pero que muy difícil, pues la formación reglada suele ser cara y normalmente desarrollada por entidades privadas auspiciadas por universidades de las que toman su nombre.

El caso es que, ante la ausencia de personal facultativo en las UVI´s móviles, se han tenido que idear métodos para poder seguir prestando un servicio tan necesario como son las urgencias y emergencias extrahospitalarias, y todo esto optimizando lo máximo posible los recursos críticos de los que se dispone como pueden ser, en este caso, el personal facultativo especialista. Esta opción se hace a la vez mucho más interesante en el ámbito de las FAS (Fuerzas Armadas), en las que un equipo de estabilización compuesto por médico, enfermero y técnico en emergencias se enfrentan a situaciones de difícil resolución tanto en proyecciones en territorio nacional como en zona de operaciones. En estos casos, la víctima puede estar en lugares de muy difícil acceso en los que el transporte puede demorarse mucho tiempo y haya que instaurar un tratamiento efectivo para salvar la vida del paciente. Y más aún cuando, como suele ocurrir con más frecuencia de la que sería recomendable, en los equipos no hay ni siquiera un médico, teniendo que encargarse el enfermero de la estabilización, en la medida de lo posible, del paciente crítico.

Situaciones similares se dan en los nuevos equipos creados en unidades tipo SUMMA o 061, en las que en centro coordinador de emergencias envía de avanzadilla a un enfermero cuando considera que el caso puede ser tratable por él y sin necesidad de agotar un recurso como un médico en una atención que a priori se presente como menos grave.

Dadas las limitaciones que un enfermero o un médico no especialista tienen en la diagnosis de ciertas patologías, se ha instaurado un método de atención al paciente mediante el cual, gracias a la tecnología de internet, es posible la transmisión de datos por 3G o bien por GPRS a muy largas distancias. El resultado es que un médico cardiólogo de Madrid puede ver un electrocardiograma de un paciente que se encuentra en Afganistán, por ejemplo. No sólo se da cobertura sanitaria con especialistas a toda la zona de influencia, sino también estos datos pueden ser transmitidos a un centro coordinador de emergencias donde el médico coordinador puede ver esos datos e instaurar un diagnóstico casi a tiempo real; todo un lujo en el ámbito de las urgencias extrahospitalarias. El método no sólo ahorra dinero prescindiendo de un facultativo, sino que apoya en el diagnóstico al que esté atendiendo personalmente a la víctima.

Así pues, la Telemedicina es una medicina que se lleva a cabo a distancia y que comprende el diagnóstico y tratamiento del paciente, e incluso se pueden realizar sesiones clínicas mediante videoconferencia. En el diagnóstico tenemos radiodiagnóstico, revisión de analíticas, electrocardiogramas, etc. además del almacenamiento digital de todas las pruebas que hayan sido enviadas de esta forma. En caso es que se puede transmitir vídeo, audio, imágenes y textos por medio de las telecomunicaciones, algo impensable hace veinte años.

El impulso que las tecnologías de la comunicación han dado a la medicina es incuantificable: medicina a distancia, consulta diagnóstica, barcos en alta mar, lugares aislados, etc. La sociedad global también ha llegado a este campo de conocimiento, y los aparatos usados en las emergencias se van adaptando a estas tecnologías que permiten la superación de barreras geográficas tanto para el diagnóstico, como el tratamiento, como incluso la educación a distancia.

Al igual que las formas de comunicación y de generalización del saber aumentan, también lo hacen en el plano de las Ciencias de Salud, dando lugar a un nuevo concepto de servicios sanitarios que, aún sin ser la panacea, sí provee de servicios a áreas inhóspitas o puede ayudar a tener un segundo diagnóstico.

A pesar de los grandes avances que se están llevando a cabo en este campo, hay que ser conscientes de las limitaciones de este medio: no olvidemos los preceptos de la exploración de “ver, oír y sentir”, oler al paciente, y realizar un diagnóstico por medio de los sentidos. Independientemente de la práctica clínica, los aspectos tecnológicos también pueden fallar o ser insuficientes como para proceder a un protocolo de transmisión de datos, aspecto en el que aún hay que mejorar bastante además del precio de tales servicios.

Además de la telemedicina, nuevas tecnologías 2.0 se están implantando de forma tan natural en Ciencias de la Salud como lo hacen las redes sociales. De hecho, son redes sociales en el plano sanitario en las que el intercambio de información es fluido entre los miembros y se suben a plataformas cantidad de documentos que ayudan a la formación de los integrantes, así como al intercambio de ideas sobre posibles puntos de vista sobre un caso. Los foros son un método de discusión muy usado últimamente en estos ámbitos, y se hacen del todo imprescindibles en cualquier curso de calidad que se precie al favorecer el intercambio de datos entre alumnos y entre profesores. Todos se pueden ver beneficiados de un caso inédito a través de inclusión en la red social de los datos clínicos de un paciente y sus pruebas diagnósticas, por ejemplo. Los intercambios de información entre plataformas están a la orden del día (conservando siempre, por supuesto, los valores éticos y morales que en este tipo de casos se tratan), y, si ellos, no se podría contribuir de forma tan explícita y específica a la formación de personal sanitario.

jueves, 14 de enero de 2010

La biblioteca de Alejandría

Cuando alguien pronuncia la palabra “biblioteca”, rápidamente se nos viene a la cabeza la asociación con “Alejandría”. Pero no por la nueva biblioteca, que data del 2002, sino por la fundada por Ptolomeo allá por el siglo III, cuando el imperio de Alejandro se estaba desmembrando y él, uno de sus generales, se apropió de la zona de Egipto y la convirtió en un auténtico imperio.



Alejandría fue fundada por Alejandro Magno en el 332 a. c. No es que fuese la única Alejandría, pues hubo varias cuyo nombre se debe al mismo fascinante personaje (que hasta dedicó una ciudad a su caballo), pero esta ciudad sí era “especial”. Especial porque nació de un sueño de Alejandro, en el que vio una anciano de blancos cabellos que le citaba una y otra vez un pasaje de la Odisea (ni que decir tiene que Alejandro tenía a Homero como escritor de cabecera y lo leía y releía desde su niñez) que exclamaba: “Hay a continuación una isla en el mar turbulento, delante de Egipto, que llaman Faros”. Especial por su situación: en el delta del Nilo, que la hacía próspera y rica. Especial porque estaba en una ubicación idónea para el comercio al abrigo del Mediterráneo por el río Meteoris y para el intercambio cultural del que sería sede algunos años después albergando un número de hasta 700.000 volúmenes. Así que, una vez localizado el emplazamiento, Alejandro trajo harina y marcó él mismo el lugar donde habría que levantarse su ciudad. Lo que pasó con la harina y quién se la comió es ya otra historia.


El caso es que, como todos sabemos, Alejandro murió sin herederos. Bueno, tenía un hijo, pero sus generales se encargaron de matarlo a muy temprana edad a pesar de haberse criado la mayoría de ellos desde pequeños con el propio Alejandro. Todo un ejemplo de fidelidad, sí señor. El caso es que con Egipto se quedó Ptolemeo, fundador de la dinastía Ptolemaica.


En el contexto de la dinastía Ptolemaica, teníamos, frente a la ciudad, antiguo pueblo de pescadores, se encontraba una isla, Faros, que acabaría finalmente unida al continente mediante un dique que dio lugar a dos puertos: El Gran Puerto, y el Puerto del buen regreso. Dado el intercambio de mercancías que tenían lugar en esos lares, a Sostral de Cnido se le encargó la construcción de un “faro” en la isla de Faros (que por algo se llama se le llamo “faro”…). La obra acabó siendo una de las siete maravillas de la Antigüedad (sí sí, con mayúsculas, la palabra se lo merece) y estaba compuesto por tres volúmenes con una cúpula en la que siempre estaba encendido un fuego que guiaría a los barcos. De hecho, este faro se mantuvo en pie nada más y nada menos que unos 1700 años más. Aunque esta no fue la única obra de importancia de Ptolomeo I Sóter: también construyó un gran palacio de mármol en el que se incluía una estancia al que llamaría Museo, (en honor a las Musas y a la sabiduría que contendría) y en ella, una biblioteca, y en el que se pretendió recoger todo el sabor de su época, cosa, que parece que logró. No nos detendremos a hablar de otras obras de ingeniería que este espectacular aunque usurpador personaje que era Ptolomeo (y que su hijo continuó) llevó a cabo, como la proyección de una nueva ciudad con plano hipodámico, basílicas, plazas, gimnasios, mercados etc. Lo cierto es que la ciudad, a pesar de haber sido arrebatada a los persas, ya contaba con ciertos habitantes de origen griego, así que esta cultura no les era del todo ajena. Además, los nuevos habitantes fueron en su mayoría griegos que quedaron para defender la plaza en tiempos de Alejandro, o bien emigrantes griegos que acudieron a la nueva colonia.


Pero volvamos a la biblioteca. Era uno de los tantos edificios que constituían el Museo, junto con el jardín botánico, la colección de animales, un laboratorio, una sala de reuniones, la sala de anatomía y el observatorio astronómico. Lástima que Estrabón no dejó bien clara la ubicación. Constaba de diez estancias, cada una dedicada a un área de saber, y no era sólo un lugar donde se acumulaban pergaminos y papiro, en ella también había estancias que eran habitadas por científicos y sabios de si tiempo que eran manutenidos por el Ptolomeo de turno que incluso compartía mesa y mantel con sus intelectuales. Y es que los primeros Ptolomeos estaban muy interesados en mantener y difundir la cultura griega, pero, además, no escatimaron gastos para incluir en la colección obras africanas, persas, indias y de cualquier rincón del mundo por aquel entonces conocido. Era una auténtica corte en la que, a cambio de este mecenazgo, los sabios (con un cartel formado por Arquímedes, Atristarco, Apolonio de Pérgamo, Hiparco etc) daban lecciones sobre matemáticas, retórica, geografía, filosofía, etc. Fue quizás la primera gran universidad de la Historia, con unos 14.000 estudiantes. Curioso es decir que aquí es donde nación la Alquimia, germen de la Química actual.


La biblioteca llegó a crecer tanto que hubo de crear un anexo, que daría lugar a la biblioteca del Serapeo, obra acometida por Ptolomeo III.


La organización de la biblioteca fue encargada a Zenódoto de Éfeso de manos de Ptolomeo II, que elaboró el primer catálogo de biblioteca de la historia, el Pinakes ayudado de Calímaco. Un listado de los posibles bibliotecarios de esta genial biblioteca se pudo encontrar unos 2000 años más tarde en Oxirrinco, cerca de El Cairo.


Cualquier pergamino o papiro que se encontraba en la ciudad era confiscado a su dueño y llevado a la biblioteca para que pudiera copiarse. Una vez hecho esto, se devolvía a su dueño.


Cómo desapareció la biblioteca es aún un misterio, aunque lo que sí es seguro es que fue quemada y saqueada por cuantas religiones y civilizaciones pasaron por allí. Reconozcamos que, en un principio, los romanos respetaron el edificio e incluso lo mejoraron con reformas como la inclusión de calefacción central. De hecho, el momento de mayor apogeo de la biblioteca fue durante tiempos de Julio César y Marco Antonio.


La desaparición es todo un misterio: puede que tuviera lugar con Julio César en su guerra intestina con Pompeyo, o puede que la desaparición tuviese lugar en el s. III con los saqueos de Aureliano o quizás un poco más tarde con Diocleciano. Poco se salvó de todo esto, dando lugar al a biblioteca del Serapeo. Pero también fue expoliada en 391 de mano de Teodosio el Grande, esta vez en aras del un emergente cristianismo que consideraba que había que destruir cualquier templo pagano.


Alejandría no era sólo una ciudad, era un ejemplo de de acervo cultural que mostraba la grandeza de la cultura griega a todo el mundo, un ejemplo de helenización con el que, siglos después, se sorprendieron los romanos. Un ejemplo de compilación del saber del que todos deberíamos tomar notas. Hasta los que aún queman libros.



Para saber más del tema: consultar a Tito Livio, Cayo Suetonio, Estrabón, Séneca, Aristeas, Marco Anneo, Plutarco y a Juan Crisóstomo, que al parecer es santo.